Del 21 al 24 de junio de 2018, en la Cinemateca Portuguesa y en el Cinema São Jorge, se realizó AR – 4° Festival de Cinema Argentino en Lisboa, Portugal, producido y programado por VAIVEM. Contó con el apoyo de EGEAC, de la Embajada de Argentina en Portugal, de la Câmara Municipal de Lisboa, del Cinema São Jorge, IPDAL, la Cinemateca Portuguesa y del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
En esta cuarta edición de AR seguimos defendiendo que un festival de cine es más que un festival de cine. Es, por un lado, un punto de vista, por otro, un punto de encuentro. Sobre todo cuando se trata de una “fiesta” que celebra la mirada de cineastas de un determinado país sobre la realidad. El cine de autor es la síntesis de este mundo imperfecto y felizmente tosco, contado de forma independiente y sin restricciones, donde nos encontramos todos. A lo largo de estos cuatro años, hemos acompañado el crecimiento y las pulsiones del cine de autor argentino contemporáneo, que se destaca como un de los más desafiantes y coherentes del panorama cinematográfico iberoamericano. Gustamos de pensar a AR como un festival que cuenta un cuento y le acrecienta un punto… argentino.
En 2018 realizamos un deseo antiguo: aliarnos a la Cinemateca Portuguesa (un agradecimientos especial a João Rosas y a Manuel Mozos) para homenajear a un realizador que admiramos, uno de los fundadores del Nuevo Cine Argentino nacido en aquella malograda década del noventa: Martín Rejtman. AR volvió, así, a bifurcarse en dos secciones complementarias: una retrospectiva en la Cinemateca y la habitual sección Panorama en el Cinema São Jorge.
Fue una edición llena de acción. Esto porque, después de que la edición pasada fuera en parte dedicada a la literatura adaptada al cine con la alianza de las Bibliotecas de Lisboa y al evento Passado e Presente – Lisboa Capital Ibero Americana de Cultura, en 2018 AR se entregó completamente al impulso de los protagonistas y al epicentro de la programación y la acción. En este caso, más que un género es un movimiento generador de dramaturgias, precursor de ideas y definidor de personas.
La retrospectiva de Martín Rejtman que, gracias al apoyo de IPDAL y de EGEAC, estuvo presente en Lisboa para presentar su films y conversar con el público, estuvo compuesta por sus seis largometrajes, atravesados por una galería de personajes que contemplan poco y hacen mucho. Este director, cuya singularidad autoral se destaca por mostrar lo que el día a día encubre, propone, a través de una ingeniería edificada por sucesivas acciones, atmósferas extrañas que se transforma en normalidad. Y, asimismo, donde el maniqueísmo se hubiese instalado cómodamente si pudiese, impera una ambigüedad mucho más brillante y seductora, una propuesta formal que ayudó a acabar con una épcoa de films faustosos, poco iluminados y personajes miserables, en aquel obsoleto panorama cinematográfico argentino de inicio de los años noventa. El Nuevo Cine Argentino nace en medio de esa década engendrado por varias voces como la de Lucrecia Martel o la de Albertina Carri, paralelo al surgimiento de varias escuelas de artes visuales y de la promulgación de una ley de cine que apoyaría nuevos autores y a una generación heterodoxa creada en el resquicio de la dictadura militar. Se trata de una generación ávida por explotar con los cañones de una Argentina devastada por una fuerte política neoliberal durante demasiados años.
La aceptación, inclusión y la casi normalización de la sorpresa son el material de trabajo de Rejtman que construyó, sobre estas bases, su universo. Por ejemplo, el robo de una moto y la radiografía marginal de la clase media en Rapado, el vigésimo séptimo aniversario y el deseo de cambiar de vida en Silvia Prieto, una separación y una sucesión de hiperligaciones en Los Guantes Mágicos, los ensayos de un baile y la devoción en el seno de la comunidad boliviana residente en Buenos Aires en Copacabana, la disrupción de la enseñanza dramática como objeto de estudio en Entrenamiento Elemental para Actores y, literalmente, alguien que se da Dos Disparos en la cabeza y sobrevive. Todos los ambientes y descenlaces dramáticos provienen, en una primera instancia, de acciones que llevan a cabo los protagonistas. Una poética que viene de una acumulación que avanza, como si todo fuese lícito, dentro de una lógica algo asombrada y descompuesta pero siempre puntuada por un irresistible humor.
La sección Panorama estuvo compuesta por cinco ficciones, dos documentales y cinco cortometrajes, casi todos de 2017 e inéditas en Portugal. Una múltiple perspectiva humanista centrada en infatigables personajes, todos ellos (per)seguidos de cerca. Dos adolescentes de mirar maduro provocan, respectiva y desesperadamente, una respuesta en Mochila de Plomo (Darío Mascambroni) e Invisible (Pablo Giordelli). Jóvenes adultos que van allá lejos a lo desconocido en busca del sentido que podrá tener la vida en El Auge del Humano (Eduardo Williams) y otro que prefiere un arma en la mano que dos vidas volando en Soldado (Manuel Abramovich). Seis mujeres jubiladas dilatan el pasar del tiempo en una sala de cine en Las Cinéphilas (María Álvarez) y una pareja sustrae el sentido de la rutina cuando revisita un clásico en La Vendedora de Fósforos (Alejo Moguillansky). Finalmente, un director se instala en Una Ciudad de Provincia (Rodrigo Moreno) para coleccionar cotidianos y seguir perros hasta el infinito.
En los cortos, tuvimos cinco tomas de posición que se definen, cada uno, por una singular geografía emocional: una chica que entre en una casa que ya no es la suya en Antes de Irme (Mariana Sanguinetti), una nieta que propone un viaje al pasado en Fiora (Martina Juncadella y Martín Vilela), un hermano que sobreprotege a la hermana en Nosotros Solos (Mateo Bendesky), zigzags dramáticos con Nueva York como plano de fondo en Dear Renzo (Francisco Lezama y Agostina Gálvez) y una llamada de atención que da forma a una animación en Ian (Abel Goldfarb).
Pensar sobre las dieciocho películas que compusieron la programación significa reconocer, también, que no solo las lentes están enfocadas en las acciones de los protagonistas, más las miradas de los cineastas están alineados con lo que éstas representan, en una especie de retaliación asertiva del presente que habitan. Son retratos precisos y atrevidos que transitan por órdenes sociales, búsquedas y periferias. Estuvimos, al margen de lo obvio y de los géneros, delante de una programación profundamente humanista e inquieta. Es en esta inquietud que vivo en AR, donde el cine argentino fue, por cuatro días, el lugar donde cupieron todos los espacios y tiempos, esa tal llamada “fiesta del cine” para la cual estuvieron todos invitados.
Cóctel de inauguración en el Grémio Literário de Lisboa
(De izq. a der: Rodolfo Lucero -cónsul argentino en Lisboa-, Martín Rejtman, Maria João Machado, Paulo Neves -presidente de IPDAL- y Filipe Domingues -secretario general de IPDAL-)
Cena de inauguración en el restaurant El Bulo, del chef argentino Chakall (foto: El Bulo)
Cena de inauguración en el restaurant El Bulo, del chef argentino Chakall (foto: El Bulo)
Esta cuarta edición de AR tuvo como sedes a la Cinemateca Portuguesa y nuevamente al Cinema São Jorge
La apertura fue encabezada por José Manuel Costa, director de la Cinemateca Portugesa, y Martín Rejtman